Efemérides de la Universidad Nacional y Popular de Buenos
Aires.
Por Sergio Friedemann[1]
Primera parte.
11 de Marzo de 1973. Los regresos.
Hoy, hace 40 años, se venían los regresos. Volvía
la democracia, porque después de 10 años los argentinos y argentinas volvían a
votar, y después de 18 años, podían volver a votar al peronismo. Volvía también
el peronismo al gobierno de la mano de Cámpora, y se esperaba que volviese
Perón al país. Volvía la política, volvía el sueño de un país más justo, volvía
la militancia sin prohibiciones. Pronto volverían a ser libres los presos
políticos, como se prometía en la campaña electoral. En las universidades se
esperaba el regreso de una universidad donde las clases trabajadoras tuvieran
más protagonismo.
Logo del FREJULI
El 11 de Marzo de
1973 el Frente Justicialista de Liberación Nacional arañaba el 50% de los
votos. Cámpora vencía a Balbín, de la Unión Cívica Radical, que apenas pasó el
21%. Se cerraba una etapa y se abría otra en la historia reciente de nuestra
argentina. Desde 1955 y hasta 1973, la prohibición del partido político
mayoritario llevó al movimiento peronista a la resistencia. Argentina no fue
indiferente a un contexto internacional en el que las juventudes del planeta
agudizarían sus sensibilidades políticas. Revolución Cubana, Mayo Francés,
luchas por la descolonización y movimientos de liberación nacional en buena
parte del “tercer mundo”, y también el Concilio Vaticano II que llevaría a
buena parte del cristianismo a la “opción por los pobres”, fueron factores
exógenos que se articularon con las particularidades nacionales. La
interrupción de la democracia en el ´55, y la continua imposibilidad del pueblo
argentino para realizar en democracia sus opciones políticas, llevaría a muchos
jóvenes a tomar la opción armada como vía para acceder al poder. Así creció el
peronismo en la resistencia y también su variante socialista. Variantes
diversas del peronismo y del marxismo se articularon dando lugar a una gran red
de relaciones políticas denominadas “peronismo revolucionario”, “izquierda
nacional”, “socialismo nacional”, “nacionalismo popular revolucionario”, entre
otras. Las izquierdas argentinas se fracturaban según la lectura que hacía cada
sector del fenómeno peronista.
La izquierda
peronista pronto comenzó a ser denominada en forma amplia como la “tendencia
revolucionaria” del movimiento. Incluía a Montoneros, a las Fuerzas Armadas
Revolucionarias, a Descamisados, a las Fuerzas Armadas Peronistas, al Peronismo
de Base, entre otras. Izquierdas y derechas del peronismo se adjudicarían
encarnar su verdadera esencia, acusando a los otros de infiltrados. “Patria
socialista” y “patria peronista” expresaban diferentes traducciones de lo que
debía significar la “liberación” y la “reconstrucción nacional” que se
anunciaba. Pero la opción armada para acceder al gobierno no hizo falta. El
dictador Lanusse propuso una transición a la democracia por medio del “Gran
Acuerdo Nacional”. Se llamaría a elecciones y el peronismo, pero no Perón,
podría participar. Las armas, de todos modos, no serían enterradas.
El regreso de la
democracia fue el marco apropiado para el ingreso de miles de jóvenes a la
política. La juventud tuvo, de hecho, un enorme protagonismo en la campaña
electoral, y las organizaciones enfrentaron un gran crecimiento cuantitativo.
El reparto de cargos y listas legislativas reflejarían un armado político
heterogéneo, y la “Juventud Peronista” tendría un protagonismo relevante.
Lograría ocho bancas en la cámara de diputados nacionales, varias gobernaciones
provinciales y algunos ministerios afines. Ese será el caso del ministerio de
Educación, que quedaría en manos de Jorge Taiana. Particularmente la “juventud
maravillosa”, al decir de Perón, tendría una gran participación en el destino
de las universidades nacionales. En el caso de la Universidad de Buenos Aires,
Rodolfo Puiggrós, un historiador marxista, sería elegido rector. Pero esa
historia se conocerá recién el 29 de Mayo.
Por ahora, en la
Universidad se aguardaba la asunción de las nuevas autoridades con buena parte
de las facultades tomadas. Las agrupaciones peronistas, pero también las de
otras tradiciones políticas, demandaban el levantamiento de las restricciones a
la participación política en los “claustros”. A la vez, una de las mayores
aspiraciones era la de una “universidad abierta al pueblo”, teniendo en cuenta
que desde 1955 se habían reinstalado los exámenes de ingreso, los cupos y en
algunos casos el pago de aranceles. También, que la universidad forme
profesionales al servicio de las necesidades reales del país y su población, ya
que se denunciaba que los planes de investigación y la formación recibida
tenían más que ver con los intereses del “imperialismo” y de las “empresas
multinacionales” que del propio “desarrollo nacional”, como había escrito
Jauretche al referirse a la “colonización pedagógica”. Por último, algunos
aguardaban también que la “nueva universidad” impulsara una relación de
enseñanza-aprendizaje que otorgue mayor protagonismo a los estudiantes,
modificando la tradicional relación autoritaria de las clases magistrales. En
definitiva, se trataba de institucionalizar experiencias político-pedagógicas
que durante los años sesenta habían emergido desde los márgenes de la
universidad oficial, aquella que Onganía había inaugurado con la “noche de los
bastones largos”. Era el caso de las “cátedras nacionales”.
Pero las nuevas
autoridades asumirían dos meses y medio después. Ahora había que esperar los
tiempos institucionales. Mientras tanto, las organizaciones peronistas que en
las universidades eran afines a la “tendencia revolucionaria”, planificaban su
unificación bajo el nombre de “Juventud Universitaria Peronista”, que se
lanzaría en Abril de 1973. A la JUP le esperaba un gran protagonismo en el
diseño y ejecución de las políticas universitarias.
Continuará...
Sergio Friedemann
11/3/2013
[1] (IIGG-UBA/CONICET). Lic. y Prof. en
Ciencia Política (UBA). Becario de Conicet y doctorando en Ciencias Sociales de
la Universidad de Buenos Aires con el proyecto de investigación “Una reforma
universitaria inconclusa. Emergencia, institucionalización y crisis de la
Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires (1966-1976)”, bajo la dirección
de la Dra. Sandra Carli.
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